El territorio actual de Chile fue el menos poblado de todo el continente americano, habitado por diversos grupos indígenas
antes de la llegada española. Al inicio, estos estaban organizados en
grupos tribales nómadas, en lo que se conoce como sociedad primitiva,
evolucionando luego hasta llegar a convertirse en sociedades aldeanas
sedentarias.
Se calcula que el poblamiento de Chile comenzó hace unos 12,000
años antes de nuestra era. Esa fecha es la del sitio arqueológico de
Monte Verde, ubicado cerca de Valdivia, que fue descubierto recientemente (1978), y que es el más antiguo del país. Otros sitios famosos son los de San Pedro de Atacama, en el norte, y el de Tagua-Tagua, en el centro, de 10,000 y 9,000 años de antigüedad respectivamente.
Antes de la llegada de los españoles, se calcula que vivían en Chile alrededor de un millón de indígenas.
Esta población estaba compuesta por diversas etnias, que no
habían alcanzado un gran desarrollo social. Las del norte, centro y sur
se encontraban en el nivel calificado de tribus por los antropólogos:
vivían en grupos de algunos centenares de personas, practicaban la
agricultura y sabían trabajar la cerámica, pero carecían de unidad
política y no conocieron la vida urbana ni la escritura. Las del extremo
sur se encontraban en un nivel aún menos evolucionado, el de la banda,
vivían en grupos muy pequeños, de 20 o 30 personas, se alimentaban
exclusivamente de la caza, pesca y recolección, y llevaban una vida
nómade.
Los españoles entraron en contacto con los indígenas que
habitaban lo que se llamaría Chile en 1536, con la expedición venida
desde el Perú, dirigida por Diego de Almagro, quien había tenido una
participación destacada en la conquista del imperio inca. Este episodio
es conocido como el "Descubrimiento", aunque algunos afirman que eso
corresponde a Magallanes, el navegante portugués al servicio de España,
quien "descubrió" el extremo sur de Chile, en 1520, cuando sus naves
dieron la vuelta al mundo. Pero el paso de Almagro por Chile no tuvo
mayores consecuencias, ya que los españoles se limitaron a recorrer el
norte y el centro del país, sin fundar ciudades, y regresaron al Perú,
decepcionados al no encontrar oro, que era el objetivo del viaje.
Pocos años después, en 1541, vino a Chile una segunda
expedición, también desde Perú, dirigida por Pedro de Valdivia, uno de
los capitanes de Francisco Pizarro, el conquistador de los incas. Esta
vez, las cosas fueron distintas. Valdivia quería asentarse en el
territorio chileno y gobernarlo. Para ello, fundó varias ciudades:
Santiago, que sería la capital, en febrero de 1541, seguida de La
Serena, en 1544, Concepción, en 1550, y Valdivia, en honor de sí mismo,
en 1552, y Osorno en 1553, además de otras de menor importancia.
Valparaíso, el principal puerto del país, no tiene fecha oficial de
fundación, pero comenzó a existir desde la llegada de Almagro, en 1536.
La expedición de Valdivia provocó también la primera
resistencia indígena. Aunque los españoles lograron sobrevivir a los
ataques de los nativos en la región de Santiago, no ocurrió lo mismo en
el sur, donde los mapuches presentaron una oposición mucho mayor. En
1553, los indígenas de esta etnia derrotaron a los españoles en una
batalla, capturaron a Valdivia y lo ejecutaron. Era la primera vez que
un jefe de la conquista española en América sufría esa suerte. Los
mapuches siguieron resistiendo enérgicamente, y en 1598 vencieron a los
españoles en la batalla de Curalaba, en la cual el gobernador Martín
García Oñez de Loyola, tal como Valdivia, fue capturado y muerto. Esa
victoria (llamada "desastre" por muchos historiadores chilenos, que
conciente o inconscientemente tomaron así partido en favor de los
españoles) llevó además a la destrucción de las ciudades españolas del
sur, como Valdivia y Osorno.
Desde entonces, Chile quedó dividido en tres partes: desde el
norte hasta el río Bío-Bío, en el centro-sur, dominaban los españoles;
desde el Bío-Bío hasta lo que es hoy Puerto Montt, el territorio era
controlado por los indígenas; más al sur, España retomaba el control, en
la isla de Chiloé. Esta situación persistió durante toda la época
colonial, y continuó durante varias décadas después de la independencia.
Las instituciones coloniales fueron definidas desde el
comienzo. Valdivia y sus sucesores tenían el cargo de gobernador, la
autoridad suprema en la colonia, aunque no tenían independencia
completa, ya que dependían del virrey del Perú. Los gobernadores
dirigían el país asesorados por la Real audiencia, tribunal de justicia
que podía además podía dirigir la colonia en ausencia del gobernador.
Como en el resto de América española, la Iglesia católica jugó
un papel importante en la dirección de la sociedad, colaborando con el
poder real, al cual estaba sometida por el derecho de patronato que el
Papa había dado al rey de Castilla. Las órdenes religiosas crearon
iglesias y escuelas, y los jesuitas tuvieron además actividades
empresariales, con haciendas administradas en forma eficiente.
Entre 1810 y 1818, la colonia llamada entonces "Reino de Chile",
se separó de España y formó un gobierno independiente. Al hacerlo,
Chile formó parte de un proceso que abarcó la casi totalidad de las
colonias españolas en América, ya que sólo Cuba y Puerto Rico
permanecieron dentro del imperio; todas las demás colonias se separaron
también, en la mayor parte de los casos a través de una lucha armada.
Fuente: http://www.365chile.com/historia.php
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